domingo, 5 de mayo de 2013

Bellas artes


 La pintura tuvo gran desarrollo en Europa durante la época de la conquista, y
para varios de los conquistadores españoles era prioritario representar sus
triunfos mediante las bellas artes. Hacia 1538, llegó el primer pintor español a
Nueva España, llamado Rodrigo de Cifuentes y probablemente ficticio. El
trabajo de Cifuentes consistió en decorar varios conventos de Tlaxcala y
plasmar con su arte la conversión de los principales señores tlaxcaltecas al
cristianismo, en una pintura hoy perdida e intitulada "El bautizo de los caciques
de Tlaxcala", en lo que fue considerado el convento más antiguo de América.
 La escultura no tuvo un tratamiento completo como arte, sino que más
bien se limitó a adornar iglesias y conventos, se consideraba más bien
como arte derivado de la pintura y la escultura y no fue financiada por
mecenas, lo que llevó a su estancamiento durante toda la Colonia. Poco
antes de estallar la guerra de independencia, el valenciano Manuel Tolsá
comenzó a dar clases de escultura y a montar un taller de tal arte en la
Academia de San Carlos. Se dice que gracias a la colaboración de sus
pupilos, pudo concebir y poner en marcha la conocida estatua de Carlos
IV, encargada por el virrey Branciforte.
 Otra de las artes que recibieron el impulso de la Iglesia fue la música.
Quienes la practicaban debían componer a menudo varias partituras para
su ejecución en misas. Antonio Sarrier, quien estudió música en Italia,
introdujo la vanguardia musical en la Nueva España al componer una
sonata con fuga. Juan Matías y Antonio de Salazar, oaxaqueños ambos,
compusieron un Tratado de Armonía que durante mucho tiempo sirvió
para la enseñanza de la música en Nueva España.







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